lunes, 30 de diciembre de 2013

Yo no olvido al año viejo


Queridos lectores y lectoras, mientras vertía en estas tardes de invierno una cerveza obscura como la noche y fuerte como un huracán,  a mi mente corrieron diversos pensamientos sobre que nos ha dejado este ciclo que llamamos año. Y es que, ¿en verdad se está terminando un ciclo?, o ¿terminamos abruptamente un calendario al cual le quedan muchas fechas por cumplirse y meses por llegar?.
Uno y otro blog se escriben sobre lo que nos dejó el pasado y lo que viene a futuro como si una determinada fecha terminara con todo y nuevamente nos diera un renacer. Esta historia, la hemos vivido una y otra vez, desde los origines de la civilización esperamos el adviento y, sin embargo, solo llega la esperanza que abrazamos por un año mejor.

Lo interesante, mis estimados lectores, es que aunque los actores cambien, las situaciones pueden ser ciertamente las mismas y los ciclos no se terminan porque si o porque está delimitado a la llegada del 5to sol.  Nosotros hacemos el rito del fin y principio de las cosas, del origen y del final.  Alfa y omega. Inclusive esta misma entrada se está repitiendo una y otra vez como un cliché mismo de la vida humana, porque hablar de lo que es y lo que fue, siempre nos trae los recuerdos que se escapan cual aves buscando la mar. En este espacio, más que alimentar la esperanza sobre un porvenir alentador, me gustaría sostener que un 31 de diciembre no se termina un ciclo mas de este calendario artificial, pero siendo un buen pretexto para renovarnos, simplemente alimentemos esa voluntad y rompamos el esquema, tiremos ese viejo paradigma y démosle continuidad a nuestro proceso creativo, al sueño que comienza cada 1 de enero y que se alimenta de esas esperanzas de no ser tocado por los malos agüeros.
Este testarudo rebuscado, con una copa llena de virtudes y defectos, y unos labios que le gustan enunciar lo simple y lo complejo, desea brindar y comer 12 uvas en honor a todos los tiempos. El que fue, porque deje esa experiencia  y sabiduría propia del bohemio.  El que es, para lo mismo gozar y sufrir cada momento (al final, eso es estar vivo) y, el que será, porque construyamos con sabiduría el porvenir de una ilusión.

MERLEAU-PONTY

lunes, 23 de diciembre de 2013

Versos de Navidad


A vísperas de esta histórica celebración, queridos lectores y lectoras, he decidido girar un poco el estilo de la escritura y ser un poco más bohemio en esta entrada.  En uno de los dos versos que me he aventurado a redactar,  quisiera destacar el espíritu filosófico de esta época y agregar una reflexión sobre lo que es la vida del ser humano, el tiempo y la memoria.
I.
Nacemos y somos mirados,
ante la gran paradoja del tiempo no recordamos nuestro origen
y, sin embargo, estamos orgullosos de él.
Lo mismo creamos, que destruimos
celebramos y enterramos,
añoramos y olvidamos.
así recordamos la Navidad…

II.
Forjamos nuestra existencia  en el breve espacio del tiempo,
el pasado se vuelve presente
el destino es un invitado más de nuestra mesa,
y lo mismo degusta el vino y el pavo,
pero cada cena se acerca más a nosotros, sin darnos cuenta que
así recordamos la Navidad...

III.
Escribimos nuestra historia en las paginas del viento
cada hoja de arbol se lleva nuestros sueños
suspiramos cada primavera,
pero cada invierno olvidamos el paso del tiempo,
así recordamos la Navidad...
 
IV.
Invitados estan todos a la cena,
como si fuera la ultima o la primera,
la madre esperanza y el padre tiempo degustan los manajares
el pavo es el iluso porvenir que espera no ser devorado,
nosotros, nos sentamos con los que están y no están,
así recordamos la Navidad...
 
Merleau-Ponty

lunes, 16 de diciembre de 2013

Cuando no es como debería ser…

Mucho han hablado mis colegas y un servidor sobre diversas situaciones en las que épicamente uno remonta las adversidades para alcanzar la cima de sus éxitos.  También, aquellos momentos en que parece todo perdido y nuestra fuerza hace sacar las cosas adelante.  Se ha hablado de cómo  no renunciar a tus sueños, de ser valiente, perseverar para alcanzar y como las metas más difíciles son posibles, todos fracasamos pero todos tenemos el éxito en nuestras manos, si Michael Jordan se levantó de la adversidad, ¿Por qué yo no?
Yo puedo acepta un fallo, cualquiera puede fallar, pero no el no intentarlo
Sin embargo, ¿qué hay de aquellas historias que no terminan como cuento de hadas?,  ¿qué pasa cuando todo está calculado para que suceda de una manera y las cosas simplemente no pasan?, cuando la realidad es más fuerte que los sueños y nos golpea tan duramente que caemos a la lona?.   Generalmente, ante una situación nos creamos una expectativa y a dicha expectativa le agregamos un valor que se encuentra, a su vez, asociado a un componente emocional.  Este último, es quien se ve duramente golpeado cuando no se cumple con lo que esperamos, pues cada uno de nuestros actos conlleva un juicio emocional; en otras palabras, la sensación de cumplir o no cierta expectativa es a lo que llamamos éxito o fracaso y no, como podría pensarse, el hecho en sí.
Lejos allá de las mil y un razones que podamos encontrar para poder justificar el no llegar a nuestras metas, nos situamos frente a nosotros mismos con la moral dañada y un sinfín de pensamientos y reflexiones, nuestra capacidad de comenzar nuevas tareas se ve mermada a causa de la mella sufrida en nuestra confianza.  La causa principal de esto es le damos un valor a nuestras metas, pueden parecer pequeñas pero con un gran valor para nosotros y, entonces, deja de ser una meta pequeña y se convierte en nuestro Everest.  Además de este valor, esperamos que nuestro sacrificio y sufrimiento valga de algo, como si el sufrir fuera el precio a pagar para obtener una satisfacción,  ¿lo es?
Lejos de traer un mensaje esperanzador, queridos lectores y lectoras, quisiera traer a la conciencia que los términos de éxito y fracaso se definen en función del valor que le demos a cada uno de nuestros objetivos y que, por supuesto, adquieren un plus cuando socialmente son aceptados.   Renunciar no quiere decir abandonar, sino es optar por otro camino, de hecho el mismo significado etimológico de la palabra nos da una idea de lo que realmente se trata: es meditar, pensar, considerar, anunciar.
A veces, puede parecer darse por vencido, lo cual no necesariamente es algo negativo. Dentro de los limites humanos, siempre habrá algo que vaya mas allá de nuestras posibilidades (presentes o futuras) y dejar algo puede ser una cuestión muy sana, pues las circunstancias pueden dañarnos, las metas pueden volverse en contra nuestra y alcanzar algo a toda cosa puede terminar siendo una experiencia pírrica; pues recuerden, estimados lectores y lectoras, la esperanza es el mayor de los males, pues prolonga la tortura del hombre.
MERLEAU PONTY

lunes, 9 de diciembre de 2013

..y es el ciclo sin fin

Queridos lectores y lectoras, el día de hoy me gustaría acercarme a ustedes para compartir un poco de las reflexiones que han rondando en estos días  mi mente. Y es precisamente que el ciclo o, mejor dicho, el tiempo cíclico lo que influye en gran parte de nuestra historia como seres humanos.

El tiempo cíclico no es más que nuestra noción de tiempo, es decir, desde cuando tenemos algún recuerdo que asociamos en algún punto de la línea del tiempo. La cuestión cíclica es interesante, debido a que tendemos a establecer periodos de tiempo, etapas , fases en nuestro desarrollo y gran parte de ellas están basadas en emociones y en un conjunto de recuerdos que crean la etapa como tal.

El tema de que sea cíclico nos refiere a que esta etapa tendrá su principio y , con ello ,su inevitable fin. El fin, es un hecho que debe ser asimilado. Considero que un ciclo como tal es una cuestión que se va formado de significados, por ejemplo, la primera clase en la escuela, en donde te juntabas con tus amigos a jugar o platicar. Toda vez que ha formado una "rutina", se va adquiriendo un sentido en la vida histórica de cada uno de nosotros, hasta formar los recuerdos llenos de emoción.  Sin embargo, ya sea por decisión propia o del mismo tiempo, llega el momento de terminar el ciclo.

Sin duda, una de las cuestiones más difíciles, es saber dar por terminado un ciclo. Ya sea con la pareja, los amigos, la escuela o el trabajo (entre otros). Una tendencia evidente es la complejidad para dar por cerrado un ciclo y naturalmente tratamos de dejar rastros del pasado en nuestro siguiente ciclo; es decir, los eventos positivos y negativos los arrastramos infinitamente hasta lograr poder asimilarlos; lo que en otras palabras, los compañeros psicoanalistas llaman compulsión a la repetición. 

Uno de los hechos más difíciles de afrontar es el cómo terminar un ciclo. Personalmente, estoy convencido que terminar un ciclo no sólo involucra identificar el momento oportuno, sino saber elaborar efectivamente el duelo correspondiente, puesto que es una etapa (sea constructiva o destructiva) en la que estamos involucrados y parte de nosotros también debe cerrar.  Otro de los aspectos más impactantes es cuando la etapa se cierra bruscamente, este cataclismo significa que no sólo tendríamos que afrontar que estamos ante el consumado final, sino que también es momento de construir una nueva etapa, bajo una transición no natural.

Así pues, vamos dejando rastros del pasado en cada una de nuestras etapas del futuro, en ese intento de recrear el ciclo pasado se ocasiona una grieta en el presente, lo abandonamos y nos movemos a lo eterno, al ciclo sin fin. ¿Cuántas veces no hemos arrastrado estas huellas través del tiempo, regresando una y otra vez al mismo punto?, con diferentes personas y situaciones pero tratando de revivir el pasado.

Como comenté al inicio de esta entrada, los ciclos están relacionados con el tiempo. Éste es el factor que mueve toda esta cuestión. El mismo tiempo se encarga de poner fin o principio y somos nosotros los encargados de generar el orden y el caos.

No considero que necesariamente sea un tema lineal, es decir, que los ciclos sean como cadenas, una tras de otra. Pueden moverse de forma independiente, pues nuestra historia no es lineal ni ordenada, no va necesariamente del pasado al futuro sino de lo cíclico a lo eterno.

El final es solo el principio

MERLEAU-PONTY










lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Cuál es tu mayor miedo?....

Estimados lectores y lectoras, el día de hoy me decidí hablar de un tema que ronda y retumba constantemente en la sociedad: el miedo.  Partiendo del hecho de que puede tener base real y psicológica, el miedo es una constante en la vida del ser humano, pues carcome su voluntad.  Esa voluntad de hacer o no hacer es influencia en distintos momentos por el miedo; así, el miedo podría surgir como consecuencia de un temor fundado pero prolongarse en la vida psicológica del ser humano.
Así, me gustaría rescatar lo que mis grandes colegas han escrito en anteriores posts. Por ejemplo, han hablado sobre el no renunciar a tus sueños  o tomar las oportunidades (shots) como vienen.  Temas que me resultan muy interesantes y evidentes para lograr conquistar tus metas.  La propuesta, me parece lógica y bastante sensata.
Los seres humanos estamos acostumbrados a tomar y medir riesgos, lo hacemos en todo momento con la toma de decisiones, pero existe un punto en el que decidimos no ir más allá de ese riesgo controlado. Sin duda, la limitante es nuestra, pero ésta es basada  en un conjunto de creencias sobre el porqué tomar o no un riesgo determinado. Como mencione en algún otro momento, el tomar una decisión generalmente implica basarse en la esperanza que funcione, no tenemos un hecho concreto que nos garantice que va a funcionar algo.  Podemos tratar de predecir, pero como en todo, hay cierto grado de error.

El miedo, nos ayuda a calcular ese error, en otras palabras, es el freno o la voz que nos detiene a realizar algo que nos parece inalcanzable. Así como la irreverencia nos impulsa a cometer esos actos de locura,  el miedo trata de evitar que los hagamos.
Las historias de éxito nos pueden motivar a buscar alcanzar nuestros sueños, pero, ¿qué garantiza que nosotros seamos otra historia de éxito?, ¿qué falla cuando fallamos, el juego o el jugador?. La respuesta es un tanto cuanto simple, el juego es el mismo para todos pero hay quien brilla porque utilizo ese miedo a su favor, es decir, la cautela  y la irreverencia supieron combinarse. En la vida, la toma de decisiones termina definiéndonos, puesto que las decisiones expresas reflejan nuestros vicios y virtudes.
La gran pregunta que quiero postrarles aquí, queridos lectores y lectoras, es ¿cuál es tu mayor miedo?. Al mismo tiempo, vale la pena preguntarse, ¿por qué nos saboteamos al mismo tiempo que sorteamos los más grandes desafíos? , ¿El miedo nos impulsa o nos detiene?.  Quizá el miedo, como diría Mrianne Williamson, no es nuestra obscuridad, sino nuestra propia luz.
 

Our deepest fear is not that we are inadequate. Our deepest fear is that we are powerful beyond measure. It is our light, not our darkness that most frightens us. We ask ourselves, Who am I to be brilliant, gorgeous, talented, and fabulous? Actually, who are you not to be? You are a child of God. Your playing small does not serve the world. There is nothing enlightened about shrinking so that other people will not feel insecure around you. We are all meant to shine, as children do. We were born to make manifest the glory of God that is within us. It is not just in some of us; it is in everyone and as we let our own light shine, we unconsciously give others permission to do the same. As we are liberated from our own fear, our presence automatically liberates others.
Marianne Williamson
 
MERLEAU- PONTY